Esta enfermedad bacteriana, transmitida por la orina de pequeños roedores, puede producir alteraciones graves en el organismo que pueden comprometer la vida del paciente si no se diagnostica y trata a tiempo.
¿Existe tratamiento?
La leptospirosis es una enfermedad bacteriana, por lo que puede responder a un tratamiento antibiótico. Las penicilinas como la amoxicilina – ácido clavulánico, o las tetraciclinas como la doxiciclina, son las que más se utilizan para tratar tanto a los humanos como a los perros. En caso de que el perro presente vómitos, se preferirá el uso de penicilinas inyectables, ya que la doxiciclina se utiliza solamente por vía oral. Además, este último antibiótico puede provocar lesiones esofágicas si se vomita, y suele ser tóxico para el hígado.
Por supuesto, se deben tratar todas las alteraciones orgánicas secundarias como la insuficiencia renal, la insuficiencia hepática, los vómitos, las alteraciones respiratorias, y vigilar la producción de orina. En algunas partes de Europa, la diálisis es un método de tratamiento empleado para luchar de manera eficaz contra la insuficiencia renal aguda en casos de leptospirosis.
¿Puede ser una enfermedad grave?
Si el diagnóstico se hace demasiado tarde es una enfermedad que suele ser letal. De hecho, una vez que las alteraciones orgánicas se han desarrollado, sobre todo la insuficiencia renal, el pronóstico puede ser muy malo. La supervivencia dependerá no solo del impacto de la bacteria en el organismo, sino de la capacidad de los riñones para recuperarse. La disponibilidad de la diálisis mejora de manera significativa el pronóstico de los pacientes con una insuficiencia renal aguda, pero aún no es un método muy disponible. Si el perro presenta signos respiratorios, el pronóstico empeora considerablemente.
Sin embargo, si se consigue estabilizar al paciente, esta enfermedad se puede tratar con los antibióticos citados anteriormente con buen pronóstico.
Prevención
Existe una vacuna que permite prevenir de manera eficaz el desarrollo de la leptospirosis. En función de los laboratorios, se utilizan diferentes serovares para crear una inmunidad efectiva. Algunos escogen unos serovares que son los más presentes en una región geográfica de Europa, otros utilizan varios para provocar una respuesta inmunitaria larga y una protección contra un máximo de serovares. Al ser una bacteria, la inmunidad inducida no dura en el tiempo, por lo que hay que vacunar siempre cada año con esta valencia (al contrario de otras valencias como el virus de la parvovirosis, que se puede vacunar hasta cada tres años).
¿La leptospirosis es una zoonosis?
El perro puede transmitir al hombre la bacteria que se excreta por orina. Es necesario el contacto de la bacteria con una herida en la piel, por ejemplo. El periodo de incubación es de 2 a 25 días. Se manifiesta con insuficiencia renal y hepática, o el síndrome respiratorio, acompañado de fiebre.
Es muy importante que el personal de la clínica veterinaria, tanto los veterinarios como los auxiliares, conozcan la importancia de una posible infección con un paciente sospechoso de leptospirosis. Hay que manejar a los perros con signos clínicos respiratorios, insuficiencia renal y/o hepática con guantes de nitrilo y lavarse sistemáticamente las manos después de manejar al animal.
La desinfección del material reutilizable se tiene que hacer con lejía diluida siempre, ya que desactiva la bacteria. Sin embargo, una vez que el perro está tratado con antibióticos, la excreción de la bacteria se detiene en 2-3 días y el riesgo zoonótico disminuye.
Conclusión
La leptospirosis es una enfermedad común en Europa, característica de las zonas húmedas. Se transmite al perro principalmente por el contacto de orina infectada de roedores, y se puede transmitir al hombre. Los síntomas pueden ser variables y las alteraciones orgánicas muy graves, sobre todo en los riñones. Sin embargo, es posible el tratamiento si el diagnóstico no se hace demasiado tarde, y existe una vacuna que puede prevenir el desarollo de la enfermedad en los animales que se infectan.
Extraído de Florian Couronne, La leptospirosis en perros. Ateuves 85, págs 10-12.